La vieja mina de Golpejas

/ julio 30, 2018

La provincia de Salamanca esconde uno de esos parajes hipnotizantes. La vieja mina de Golpejas, un lugar no tan secreto donde evadirse del mundo por instantes. Es uno de esos lugares ‘destrozados’ por el hombre y que la naturaleza se encargó de convertir en un pequeño ‘paraíso’ aislado de la civilización. 

Lo que hace años fue una gran extracción de minerales de una fuerte empresa, hoy sus ruinas han dejado paso a un paraje natural cautivador. La mina tiene varios accesos prohibidos y por cada uno de ellos surgen varios más dependiendo por donde se entre. Es todo un laberinto que marca el sendero que hace la gente al pasar pero que la maleza y la vegetación intentan ocultar. Los márgenes del pasaje son espectaculares, la caída es igual de asombrosa que abismal y peligrosa. Para acceder a la pequeña rampa en la que estuvimos hay  que bajar por un sendero con muchísimo desnivel y en el que, si no se baja con cuidado, puede provocar una caída. Y de nuevo otro sendero devorado por la maleza que oculta unas vistas asombrosas.

No hay una playa, ni un descampado, simplemente una vieja rampa por la que subirían las máquinas antaño y donde ahora un par de pequeños árboles ofrecen una escasa sombra. La orilla opuesta ofrece algo más de respiro, aunque tiene peor acceso al agua.  

La laguna tiene un tono azulado muy hipnotizante, provocado por distintos elementos derivados del estaño, niobio y otros minerales que extraían de la mina. La profundidad varía entre unos centímetros y unos treinta metros según se cree. Mucha gente se tira desde distintas rocas que sobresalen de sus laderas y paredes. Aunque es aconsejable cerciorarse bien de la profundidad por seguridad. Al asomarse a sus aguas es raro no ver algún cangrejo de río que pueblan las orillas y las rocas de la laguna.

La tranquilidad reina en la laguna, el sol pega fuerte en la roca, antaño limpia y lisa y hoy devorada por la naturaleza que le da un aspecto mucho más bello. Al asomarse al agua o alzar la vista al cielo todavía se vislumbran zonas de corte en las piedras donde antaño trabajaron las máquinas para la extracción de estaño.  

Hay que recordar que la mina de Golpejas no deja de ser un sitio peligroso y de difícil acceso. Pero sobre todo es un sitio de gran belleza en el que ya se empieza a ver entre la vegetación bolsas de basura, latas de bebida y deshechos del hombre. Lo que una vez destrozó el hombre y la naturaleza se encargó de ‘borrar’, que no lo vuelvan a manchar las manos del hombre.

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